He estado pensando seriamente en esto de los blogs, muchachos. Creo que voy a reabrir robochacha porque un blog sirve -entre otras cosas- para decirle al mundo -en ocasiones especiales y cuando se anda de fiesta- que lo queremos, que no se vaya, y que es bien chilo. Que estamos escuchando la mejor canción que hemos oido en la semana o que nos enamoramos de una botella. Pero también sirve para decirle a ese Señor Don Mundo -de vez en cuando- que apesta, sí, y su servidora tiene la iniciativa, el decoro y el coraje de sentarse a presionar botones de manera sistemática para que este don Universo (y muchos de sus habitantes) lo sepan. Porque El Blogga', El Ombligo del Mundo, este ente encabronado, pensaba que la vida era más divertida.

Hace unos días descubrí que esto es una herramienta eficientísima para decir cosas de poca entidad o importanca. Y esta es la posibilidad que yo mas agradezco. Nunca, en la historia de la Humanidad, las pendejadas tuvieron un foro tan amplio, ese nivel de oportunidad y fama, de difusión y gloria.

Los historiadores del siglo XXXIII, considerarán nuestros curiosos desplantes de interés comunicativo, como una tierna manifestación de la vitalidad de sus ancestros. Unos ancestros que le cantaban a la vida, exhibían sin pudor sus mejores y sus peores fotos, construian altares de adoración a sí mismos y demás seres imaginarios. Señor historiador del siglo XXXV: nosotros, sus abuelos, los que decíamos tantas curiosidades, somos los pioneros de la mitificación de la desimportancia. Nuestro espíritu tan lleno de colores, belleza e irrelevancia, revienta y se desborda en este clamor de comedia involuntaria. Mi blog -lo reconozco- es de los peores. Pero me congratulo por usarlo para poblar sus miradas -de vez en cuando.

Revisé mi blog y decidí que está demasiado pendejo como para dejarlo escondido. Esto lo debe saber el mundo.